22.7.09

Los nuevos retos de la Educación para el trabajo.

En nuestro país existen casi tres generaciones de personas que no han conocido la cultura del trabajo. En la Argentina de los años 90’, con el auge del desempleo por el cierre de fábricas y las privatizaciones de empresas estatales, se acrecentó esta problemática. Ya entrando en el segundo milenio, las crisis políticas y económicas de nivel nacional o internacional, las tensiones sociales agravaron este conflicto. Tanto en grandes como en pequeñas ciudades se formaron cinturones de pobreza o barriales marginales que dieron origen a focos de criminalidad, lo cual trajo aparejado un recrudecimiento de la delincuencia y del tráfico de drogas. Los delitos fueron en aumento y se expandieron con mayor ímpetu a otras zonas de las ciudades atormentando con un clima de inseguridad al resto de la población. Muchos ciudadanos cansados de pasar por situaciones peligrosas optaron por vivir en barrios privados o por tener medios de seguridad en sus hogares y lugares de trabajo, que en la mayoría de las veces resultaron ineficaces por el grado de especialización de los delincuentes.
Frente a este caos social, todavía no existen alternativas concretas que lo pueden contener. Desde el lado del estado, se impartieron una serie de iniciativas como la creación de centros de rehabilitación para menores en conflicto con la ley y una serie de programas consistentes en el otorgamiento de subsidios para ayudar a los sectores más desfavorecidos por el problema del desempleo. No obstante, el conflicto social aún se perpetúa y empeora cada día.
Tanto la delincuencia, las toxicomanías como el desempleo exigen la intervención del estado y también de otros actores sociales, porque la sociedad entera puede contribuir a reducir estos problemas, no en si en erradicarlos por completo ya que no se debe incurrir en un pleno optimismo en estos temas que nos conciernen a todos. Hay que ser un poco más realistas. Tampoco se puede suponer que con nuestro accionar lograremos transformaciones de a la noche a la mañana.
Es muy provechoso saber que desde establecimientos educativos, centros de capacitación o de recreación y organizaciones no gubernamentales han tomado muy a pecho el optar por medidas –talleres, cursos, pasantías, actividades extraescolares, etc.- que procuren clarificar esta situación, penosa de por cierto para miles de jóvenes y adultos excluidos de las actividades productivas y de la sociedad en general. A causa del desempleo existen muchas personas que desconocen como organizar su propio proyecto de vida. Sin esperanzas y sin medios para poder sobrevivir ellos y sus familias, siempre es mucho mas fácil de que caigan en acciones autodestructivas y dañosas para los demás. Sin lugar a dudas, como ya se señaló en décadas anteriores “el trabajo dignifica a la persona” y “la ayuda a orientar su proyecto de vida en torno a los objetivos que se fije”. ¿Pero cómo seria posible hablar de trabajo a generaciones de jóvenes y adultos que no lo han conocido? ¿Qué estrategias podemos entonces tomar para que el éxito de nuestros proyectos sobre una educación para el trabajo sea tangible? La idea es que se trabaje con una Pedagogía Laboral desde muy temprano aunque esto no excluye que igualmente se la enseñe a los grandes también. Existe mucho desconocimiento sobre esta enseñanza, algunos solo la relegan a nivel empresarial y la excluyen de la enseñanza tradicional y porque se presenta excluida de la enseñanza tradicional es necesario de la educación no formal para resolver este dilema. Para aquellos que desconocen la cultura del trabajo se les hace muy difícil acatar horarios, seguir reglas, fijarse compromisos y concretar planes, además de por cierto de tener la iniciativa propia de capacitarse, de estudiar y de seguro que tampoco les es posible enseñar todo eso a sus hijos al carecer de ello. Por tales motivos nos enfrentamos a nuevos retos donde no solo en un futuro no muy lejano deberemos enseñar nuevos oficios por ejemplo sino también todo lo inherente a lo que representa un trabajo.